El caso de espionaje del técnico FAP Víctor Ariza Mendoza de 2009

Con su aprobación la historia que se presenta a continuación resumidamente ha sido recogida de libro “SIN… lugar para antidemócratas” del comandante FAP (r) Juan Carlos Rosales Valencia, y contiene un resumen de este caso de espionaje que empezó en 2004, así como la condena judicial del Tco. FAP Victor Ariza Mendoza por el fuero militar.
A muchos peruanos nos interesa saber por qué se dio esta historia de espionaje en contra de nuestro país, sobre todo a los que pertenecieron al sistema de inteligencia FAP. Cómo fue posible que un sistema de inteligencia con cincuenta años de existencia, constituido plenamente, dotado de equipos modernos, con hombres preparados y experimentados en las tareas de inteligencia y contrainteligencia, no hayan podido detectar desde su inicio, sin tener que esperar siete años para ello, la actitud desleal de uno de sus integrantes.
Víctor Ariza Mendoza, al ingresar como alumno a la Escuela de Suboficiales de la FAP, luego de superar los exámenes de rigor, pasó a ocupar una de las plazas asignadas a la especialidad de inteligencia y luego de tres años de preparación académica, se graduó con el grado de suboficial de tercera. Durante el tiempo de instrucción en esta escuela, aparte de los cursos sobre matemáticas, humanidades y letras que recibió para su formación profesional, paralelamente fue recibiendo instrucción sobre la especialidad de Inteligencia Aérea. Dicha preparación está orientada a hacer conocer la doctrina básica de la inteligencia, su concepto, finalidad, propósitos, para qué sirve y cómo se desarrolla el trabajo y que es lo que le corresponde hacer al personal de la Fuerza Aérea en ese campo profesional en pro de la defensa nacional.
Como sucede con el personal militar de la FAP cada dos o cuatro años, dependiendo del grado, se le rota por las diferentes unidades y dependencias que tiene la institución. Entonces, el técnico Víctor Ariza Mendoza transitó por distintas unidades, no conociéndose acciones destacadas para mencionarlas. Hizo su carrera con un perfil bajo que coincidía con su carácter introvertido, con dificultad para hacer amigos y sostener conversación alturada en los temas de inteligencia. Vale decir que el mencionado técnico no encajaba en el perfil profesional determinado para los que pertenecen a la especialidad de inteligencia. Esta aseveración nos revela también que hizo los esfuerzos suficientes para sortear los diferentes cursos que tuvo que aprobar mientras fue suboficial y luego técnico de la FAP.
En todo ese tiempo hay un detalle que no se ha conocido bien, por la poca información que se obtuvo. El técnico Víctor Ariza fue pasado al retiro de la FAP en el año 2000 y por orden judicial luego fue reincorporado. No se sabe a ciencia cierta qué fue lo que motivó su pase al retiro, algunos de sus compañeros sostienen que el técnico fue procesado por incumplir órdenes y por ello fue sentenciado con prisión en la Base FAP de Punta Lobos en Pucusana.
En todo caso, es indudable que reingresó por un acto legal del Poder Judicial, pero cuando ese reingreso se produjo, ello implicaba que no podría trabajar en la especialidad de Inteligencia. Menos en un puesto clave dentro del mismo sistema de inteligencia de la FAP porque las condiciones y su relación con sus superiores habían sido alteradas por ese sometimiento a la justicia militar, con sentencia desfavorable y luego al haber llevado su caso a la vía civil, este es reivindicado. El asunto es que la reincorporación se produjo en 2001. La justicia le dio la razón, pero a nuestro modesto entender ahí empezó su cambio de parecer.
Si su reingreso a la FAP y trabajar en la especialidad de inteligencia fue una decisión cuestionable, más cuestionable es que al año siguiente, en el 2002, fue nombrado auxiliar del agregado aéreo en la Embajada de Perú en Chile. Existen varias agregadurías aéreas donde Ariza pudo ser enviado, pero “alguien” opinó y se decidió que tenía que ser Chile. Existen reglamentos que señalan una serie de requisitos para estos nombramientos al exterior. No se sabe cuáles fueron los argumentos para sustentar tal nombramiento.
Ariza viajó a Chile con su esposa María Flores y sus dos menores hijos. No se sabe si la DIFAP investigó el trabajo que realizó en la delegación diplomática peruana en Santiago. Parece que la desarrolló normalmente sin informes ni estudios relevantes. Sin informar posiblemente que había hecho amistad con algunos militares chilenos que conoció en las reuniones formales entre el personal de las agregadurías, con el personal chileno de inteligencia que los tiene registrados y controla. Lo cierto es que producto de esas reuniones entabló estrecha amistad con uno que respondía al nombre de Daniel Márquez Torrealba. Y luego esa amistad se hizo peligrosa por la regularidad con que se comunicaban a través de correos electrónicos.
Luego de su regreso a Lima a finales de enero de 2003, empezó a trabajar nuevamente en la Dirección de Inteligencia de la FAP, división frente externo. Aquí hay varias cosas que decir. El personal de inteligencia al término de su misión debe presentar un informe al DIFAP en donde deben detallar cómo ha sido su trabajo, qué novedades encontró, qué problemas administrativos encontró y subsisten, qué contactos ha realizado y qué amistades ha logrado durante su permanencia, acompañado del álbum fotográfico de rigor. Y luego esa información deberá ser confrontada por el personal de contrainteligencia, pero al parecer no se hizo este procedimiento y si se hizo no fue revisado como corresponde.
El 12 de noviembre de 2009, poco antes de las seis de la tarde, la opinión pública nacional quedó conmocionada al enterarse por la emisora RPP, que brindaba como primicia la noticia de los actos de espionaje cometidos por un subalterno de la FAP a favor de Chile. No se brindaba el nombre. La información fue difundida en otros medios de comunicación que se encargaron rápidamente de completarla. Entonces apareció el nombre y horas más tarde nos enteramos que un técnico de la FAP en situación de actividad había traicionado a la patria al vender información clasificado de la Fuerza Aérea del Perú.
La información que se filtró fue elemental y básica, pero suficiente para que rebote en los otros noticieros. Y cada uno de ellos con sus unidades de investigación trabajando hizo que en poco tiempo la información fuese más abundante. Toda historia de espionaje tiene denominadores comunes en su desarrollo y final. Comienzan en medio de un escándalo de proporciones y luego de una saturación informativa, termina por extinguirse con poco ruido, pero cuando aparece un nuevo caso, vuelven a la luz con fuerza.
Tanto el Presidente del Consejo de Ministros de ese entonces, Javier Velásquez Quesquén, así como el Ministro de Relaciones Exteriores José Antonio García Belaúnde, señalaron en su momento que la filtración a la prensa sobre el caso de espionaje ocurrió en una dependencia judicial sin especificar donde. Cuando RPP dio la primicia, el técnico Ariza ya tenía doce días de detenido en la DINANDRO y era sometido a severos interrogatorios.
En el caso del técnico inspector FAP Víctor Ariza Mendoza, a diferencia de otros casos registrados en la historia del espionaje chileno en Perú, pocas veces las informaciones se filtraron casi desde el inicio de las investigaciones, que por la naturaleza del delito era reservada. Este conocimiento se produjo con una facilidad que no deja de extrañar.
El técnico inspector FAP Víctor Ariza Mendoza, de la especialidad de Inteligencia, durante su permanencia en Chile en ejercicio de sus funciones había sido reclutado por agentes de los servicios de inteligencia militar de Chile, que operando desde Santiago de Chile lograron obtener importante documentación de la FAP a favor de dicho país.
Víctor Ariza Mendoza, de acuerdo a su propia versión una vez retornado a Lima, se apoderó de secretos nacionales para entregarlos al país sureño. Las sospechas de este caso se inician en 2007, cuando en el mes de junio su esposa María Flores acudió a la oficina de Recursos Humanos de la FAP y lo denunció ante sus superiores por el abandono económico de su familia, pese a recibir dinero procedente de Chile y lo demuestra entregando el comprobante. Por los canales de inteligencia esta información llegó al Departamento de Contrainteligencia de DIFAP. Con esta información básica, el Director de Inteligencia ordenó que se forme un equipo de trabajo para realizar una operación de control con la misión de verificar la veracidad o falsedad de esa información. El equipo debería probar la denuncia formulada por la señora María Flores y de otras informaciones que acrediten el hecho doloso para ponerlo en conocimiento del Director de Inteligencia.
Los procedimientos para desarrollar estos casos están señalados en la doctrina de contrainteligencia. Todo ello debe hacerse por escrito y el expediente debe abrirse con una orden firmada por el Director de Inteligencia, pero al parecer esto no se hizo por causas que nunca se conocerán porque el juicio ya terminó. Víctor Ariza Mendoza debió ser detectado por las medidas activas de contrainteligencia que durante las operaciones de control llevó a cabo el equipo de trabajo nombrado.
Vale la pena señalar que la organización del Sistema de Inteligencia FAP cuenta con una unidad ejecutiva que es el Servicio de Inteligencia, donde existe un Departamento de Contrainteligencia con personal capacitado para efectuar este tipo de operaciones, al parecer, no se les hizo participar de este hecho. No se conoce cómo se desarrolló la operación de control, cuántos días la realizaron, cuál fue la información que obtuvieron. En todo caso, esta no la hicieron bien y no detectaron oportunamente lo que más tarde fue evidente. Los resultados fueron negativos y fallaron. Sus integrantes desarrollaron un plan de trabajo que hasta donde se conoce consistía en que el capitán del Águila debía ganarse la confianza del técnico Ariza para luego ya, con cierta familiaridad, buscar algún indicio que les permitiera conseguir alguna pista y, paralelamente, deberían ir cotejando las informaciones que se iban obteniendo.
Es a raíz de este acercamiento que nos imaginamos fue difícil por la preparación en inteligencia del técnico Víctor Ariza, este le reveló al capitán William del Águila que tenía una relación extramatrimonial con una suboficial de la PNP en el activo llamada Dora Margarita Ruiz Piedra, con quien convivía en Puente Piedra.
Para posibilitar el control de Víctor Ariza, conocer sus movimientos y contactos, el equipo de investigación consideró que era necesario sugerir el destaque de Ariza a otra dependencia de la FAP que no disponga de información clasificada de la defensa nacional. Por aquella sugerencia es que el Director de Inteligencia gestiona el destaque al Hospital Central de la FAP. Ariza como técnico de inteligencia, tiene que haber entendido que el destaque se producía por alguna situación anómala. Cabe señalar que el destaque es una situación transitoria.
Según lo declarado en 2009 por el capitán del Águila en la investigación que realizara sobre el espionaje la policía antidrogas de la PNP, refiere que por estrategia de contrainteligencia el 2008 el técnico inspector Ariza Mendoza fue cambiado de colocación a la base de Pisco. Hasta aquí se nota que había un control fino y disimulado del caso del técnico Ariza. EL capitán William del Águila fue nombrado por un año para realizar estudios en la ciudad de Buenos Aires, desentendiéndose por esa razón del caso. Dejando de pertenecer al equipo de trabajo que venía investigando sus movimientos. Se fue el capitán y no se sabe si alguien lo relevó. Pero lo cierto es que la operación de control quedó suspendida sin haber cumplido con la misión. A no dudarlo aquí comienzan los enredos y el descontrol del caso.
La operación de control debió terminar mediante la formulación de un documento denominado Informe de Resultados, pero no lo hicieron y no quedo claro por qué. En todo caso resulta inusual porque es el SEDIN como órgano ejecutivo del sistema de inteligencia FAP, la unidad que realiza las operaciones de contrainteligencia. Eso era lo correcto y lo reglamentario. Para todas las investigaciones de contrainteligencia que se hacen, los documentos son obligatorios. Están foliados. En este caso por sus implicancias con mayor razón debió hacerse.
También resulta difícil de entender por qué los otros dos integrantes del equipo de contrainteligencia no continuaron con la misión encomendada. En lugar de profundizar las investigaciones solo interrogaron a Ariza sobre la base de un voucher por 3,100 dólares. Y no gestionaron el levantamiento de su secreto bancario. De haberlo hecho, habrían descubierto que el técnico Ariza recibía esa suma mensualmente desde tres años atrás. Ese fue el hilo que no supieron jalar. Además, parece que no les extrañó el movimiento migratorio que tenía Ariza desde su regreso de Chile o simplemente no lo hicieron.
Ariza justificó el origen del dinero argumentando que provenía de sus hermanos que se encontraban en Santiago trabajando hace tres años. Y al parecer le creyeron. El caso fue archivado a los seis meses.
LO QUE SE SABE. - El técnico inspector FAP Ariza Mendoza llegó a Santiago el 6 de marzo de 2002. Algunas informaciones señalan que lo hizo el 13 de febrero de ese mismo año. Fue nombrado por la FAP para desempeñar el cargo de auxiliar del agregado aéreo en la embajada peruana en ese país. Previamente en Lima, debió haber recibido un curso para desempeñarse eficientemente en las tareas que le correspondía realizar y otro sobre las medidas de contrainteligencia que debería adoptar para justamente evitar ser contactado por los servicios de inteligencia extraños.
Su hoja de vida estaba lejos de ser impecable. Había sido pasado al retiro de la institución por cuestiones disciplinarias. Fue reintegrado gracias a un fallo judicial. Con estos antecedentes parte de agregado auxiliar aéreo para laborar en la embajada de Perú en Chile.
Víctor Ariza Mendoza era un individuo que reunía para los chilenos todos los requisitos para ser elegido como un blanco susceptible de poder reclutarlo. Esto nos demuestra que Chile mantiene sus organizaciones de inteligencia muy activas. El gobierno les autoriza realizar operaciones especiales de inteligencia fuera de sus territorios, para seguir explotando a los agentes que desempeñaron estas funciones en las agregadurías militares. Hábilmente, la contrainteligencia chilena propició la creación de una organización denominada “Círculo de Auxiliares de las Fuerzas Armadas y Policiales Extranjeros Acreditados en Chile”.
En marzo de 2009, cuando el capitán del Águila, el mismo oficial que había participado en la operación de control a Ariza dos años antes, de regreso a Lima, se reintegró a la DIFAP, se reencontró con Ariza causándole extrañeza. El oficial pidió una cita con el Director de Inteligencia, general FAP Nicolás Asin Argote, y le informó sobre las sospechas que tenían acerca de Ariza. Puesto en conocimiento de los antecedentes del técnico Ariza y de cómo se manejó la operación de control en la gestión anterior, dispone una investigación de contrainteligencia, integrado por otros oficiales superiores con la participación nuevamente del capitán del Águila, obteniendo los resultados que hoy conocemos.
El 16 de noviembre de 2009, el Director de Inteligencia de la FAP, se presentó en audiencia reservada ante la Comisión de Inteligencia del Congreso de la República que presidía el parlamentario aprista Mauricio Mulder para informar a la representación nacional cómo es que se detectaron las actividades de espionaje a favor de Chile.
Mediante oficio, el Director de Inteligencia de la FAP, se dirige al fiscal provincial en lo penal Jorge Wayner Chávez Cotrina, y contesta que no hubo una investigación formal ni informe escrito y lo que se ejecutó fue una operación de control que dada la reserva del caso y el aparente conocimiento del sospechoso que se le estaba controlando, se dejó sin efecto proseguir con mayores investigaciones a fin de retomar en el futuro y detectar con mayor certeza sus actividades.
Según el fiscal del caso, entre 2004 y 2008, cuando ya había sido captado, Víctor Ariza hizo varios viajes a Chile y Argentina como también Uruguay, además que había recaudado unos 178 mil dólares que provenían de los agentes chilenos Daniel Márquez Torrealba y Víctor Vergara Rojas, girados desde agosto de 2004 hasta agosto de 2009.
Hasta el 2003 parece que todo iba bien en su hogar. Sin embargo, las investigaciones señalan que en esa época conoció a la suboficial PNP Dora Margarita Ruiz Paredes (31), de quien se enamoró e inició un romance que lo hizo asumir gastos para lo cual no estaba preparado. Muy pronto sus ahorros se vieron disminuidos y sus necesidades económicas para mantener dos hogares se volvieron complicadas.
Durante el año 2002, hasta donde se sabe la Agregaduría en Chile no reportó ninguna conducta extraña de Ariza. Su perfil bajo hizo difícil encontrar alguna pista como para pensar lo que estaba sucediendo ya que sus relaciones amistosas se iban fortaleciendo con sus pares chilenos. Ariza se dio maña para ir preparando lentamente su traición.
Es indudable que la inteligencia militar chilena realizo la vigilancia y seguimiento del personal de la agregaduría aérea. Este trabajo fue realizado por los agentes de contrainteligencia pertenecientes a la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea de Chile para detectar las actividades que desarrollarían ambos representantes de la FAP en su país.
Para los entendidos en inteligencia, el técnico Ariza fue reclutado como colaborador e informante de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea de Chile en 2002. Y ello se produjo luego de conocer a los agentes chilenos en el local del CAFAPE y quien dirigió esa operación fue el agente que asumió la identidad ficticia de Daniel Márquez Torrealba (persona inexistente según las autoridades chilenas).
Cuando el técnico Ariza terminó su misión como auxiliar del agregado aéreo del Perú en Chile, retornó al Perú el 18 de enero de 2003. Y para esa fecha, ya había sido nombrado en la orden general de cambios a la Dirección de Inteligencia de la FAP (DIFAP), exactamente en el Departamento de Frente Externo. Es decir, regresaba a la unidad rectora del sistema de inteligencia de la FAP, lugar donde se trabaja normalmente con documentación clasificada.
Puede que sea cierto o no, pero según Víctor Ariza en junio de 2004 le contó justo al agente chileno Márquez que tenía problemas económicos. Le pidió lo que precisamente quería escuchar el chileno hacía mucho tiempo y le contestó que podía ayudarlo y acordaron reunirse en la ciudad de Arica, donde este le ofreció entregarle 3,000 dólares mensuales que los enviaría a Lima por la empresa Western Unión. A cambio del envío de información militar clasificada por correo o una casilla postal abierta en la capital chilena. Como adelanto, le entregó 600 dólares que Ariza aceptó de inmediato y regresó a Lima, poco se sabe de qué forma se selló el contrato.
En tanto, en su hogar las cosas se fueron agravando y dos meses después abandonó a su esposa e hijos en Surco y se fue a vivir a Puente Piedra con Margarita Ruiz. Los primeros envíos, de acuerdo a su manifestación ante el juez, fueron muy fáciles de conseguir. Solo unas semanas después envió a la casilla postal información sobre la organización de la Fuerza Aérea de Chile, que obraba en poder de la Dirección de Inteligencia de la FAP. Márquez le reprochó pues le envió información chilena y no referida al Perú.
El año siguiente en 2005, fue nombrado al Ala Aérea N° 5 con sede en la ciudad de Iquitos, lugar en el que permaneció hasta el 2006. Cambio también extraño ya que tenía que haber permanecido por lo menos tres o cuatro años. El tiempo de duración de los cambios de colocación se producen en función de los grados y como técnico inspector resulta más que extraño que al final de año estuviera de regreso en la ciudad de Lima. De acuerdo a la información proporcionada por la SBS, abrió una cuenta en un banco local en el cual su contacto chileno le depositaba 3,100 dólares cada 30 días.
Según Ariza, a propuesta del chileno Márquez en 2006, se reunieron en Montevideo para detallar sus necesidades de inteligencia, la responsabilidad en el trabajo por el cual le estaban abonando una cantidad de dinero mensual, hasta esos momentos, Ariza les estaba enviando información abierta. Pese al dinero enviado, los chilenos no habían logrado obtener información importante, conminándolo para que sea más activo, solicitándole que se reporte más constantemente. Una vez a la semana sería mejor. De estos hechos se infiere que Ariza nunca tuvo siquiera la idea ni la voluntad para identificar a sus contactos en el caso que más adelante su traición se vea descubierta. No se tomó ninguna foto con ellos ni contrató a alguna persona para que lo hiciera, cosa que haría otro agente preparado como él.
En 2007 sustrajo del departamento de planes de la Dirección de Inteligencia de la FAP, oficina a la que tenía acceso, información solicitada por los agentes chilenos, utilizando su USB y luego en su casa, en Puente Piedra, la seleccionaba y la enviaba a Chile.
Mientras tanto, María Flores, a quien visitaba cada una o dos veces a la semana en su casa de Surco, se enteró que Ariza tenía un hijo con Margarita Ruiz. Por esas cosas del destino, María Flores descubrió accidentalmente un voucher de Western Unión que consignaba la recepción de 3,100 dólares, por lo que le exigió más dinero para sus hijos. El espía no le hizo caso y pensó que la discusión se arreglaría pasándole unos soles más cada mes.
Una versión poco creíble por la forma en que se presentó con la intención evidente de comprometer a uno de sus captores fue dada en el transcurso de las investigaciones. Es la que menciona Ariza que en el mes de octubre de 2007 recibió una llamada de un capitán FAP, comunicándole infidentemente que existía una denuncia en su contra en la Dirección de Inteligencia y que el Departamento de Contrainteligencia estaba investigando. Ariza dice que le entregó mil soles al capitán y este le prometió avisarle la situación de su proceso. El procesado a pesar de ser un hombre preparado en inteligencia no había sido capaz de identificar a sus contactos chilenos, se atrevía a involucrar a un oficial que lo estaba investigando. Ello lo desluce más y lo pinta de cuerpo entero como un hombre sin principios y sin calidad.
A finales de 2008, Márquez le presentó a Víctor Vergara Rojas en Montevideo, con quien a partir de esa fecha realizaron contacto. A mediados de enero de 2009, Ariza regresó a la DIFAP en Lima, lugar en el que accedió a tres planes de operaciones. Entre ellos, el plan Quiñones y el plan de entrenamiento de pilotos y otras informaciones que fueron enviadas a Chile.
Aparentemente fue en el mes de abril de 2009, cuando se decidió montar una investigación de contrainteligencia a cargo del Servicio de Inteligencia de la FAP para determinar si Ariza era o no un espía. Este trabajo minucioso de observación, seguimiento, vigilancia se llevó durante las 24 horas del día, además del registro de llamadas, control migratorio, entre otros. Los procedimientos señalados en la doctrina de inteligencia resultaron exitosos. Se calcula que todo ello pudo haber durado un par de meses, de tal manera que cuando la DIFAP completó la investigación puso en conocimiento de la DINI, solicitándole su intervención como órgano rector del sistema de inteligencia nacional. Se dice que los agentes del SEDIN le tendieron una serie de trampas, como el de fabricar información falsa para ver si Ariza se interesaba en ella y luego la hurtaba, los agentes de inteligencia copiaron un estudio sobre la adquisición de aviones FAP en el disco duro de la computadora de la DIFAP, que Ariza usaba en la institución. La información fue grabada en su laptop. Con esta acción y toda la información que se había reunido hizo que no existieran dudas que Ariza sustraía información de la FAP para venderla a los agentes chilenos. Por tanto, había cometido delito de espionaje.
Cuando el expediente de la DIFAP estuvo completo, de acuerdo a las disposiciones vigentes, las puso en conocimiento de la DINI, que tal como señala la ley del Sistema de Inteligencia solicita la autorización judicial del vocal superior ad hoc para iniciar acciones legales que le dan profundidad a las investigaciones y que solo con su participación se puede conseguir como son los depósitos bancarios, transferencias bancarias, entre otros.
Una vez concluida la investigación, la DINI remite el resultado de la investigación al Fiscal de la Nación designando esta autoridad al titular de la Primera Fiscalía de Crimen Organizado, Jorge Wayner Chávez Cotrina, para que se haga cargo de la investigación judicial, disponiendo que sea la Dinandro para que le realice y formule el atestado correspondiente. El fiscal provincial solicita al juez penal la detención preliminar de Víctor Ariza Mendoza hasta por un plazo de 15 días. El 12 de noviembre de 2009, la Dinandro evacuó el atestado policial contra Víctor Ariza Mendoza por delito contra el estado y la defensa nacional, atentado contra la seguridad nacional, traición a la patria y lavado de activos en agravio del estado peruano.
Inmediatamente después se puso en conocimiento de todo lo investigado a la Fiscal de la Nación, quien encargó el caso al titular de la Primera Fiscalía Provincial Especializada contra el Crimen Organizado, quien es Jorge Wayner Chávez Cotrina. Culminada las pesquisas, el fiscal presentó el 29 de octubre la denuncia ante Luis Alberto Garzón Castillo, titular del Juzgado Penal de turno permanente de la Corte Superior de Lima, quien abrió instrucción con orden de detención contra el técnico FAP Víctor Ariza Mendoza por los cargos de revelación de secretos nacionales, espionaje y lavado de activos en agravio del estado.
La orden de atención también comprendía a los chilenos Daniel Márquez Torrealba y Víctor Vergara Rojas. Estos últimos como instigadores de los delitos de revelación de secretos nacionales y espionaje en perjuicio del estado peruano y contra el técnico inspector FAP Justo Rufino Ríos Aguilar. Este último fue considerado por el juez como cómplice de la comisión de delitos contra la seguridad nacional y traición a la patria.
El juez acordó también levantar el secreto de las comunicaciones del teléfono celular que usaba Ariza para conocer las fechas y horas en que se comunicaba o lo llamaban, los mensajes de texto y voz y de correo electrónico enviados y recibidos, así como los chips que se instalaron o cambiaron en ese aparato.
El técnico Ariza, fue detenido en el restaurante Yo amo a Ferreñafe ubicado en la avenida Garzón del distrito de Jesús María a las trece horas, mientras almorzaba con algunos amigos por parte de efectivos policiales con presencia de un fiscal, para luego conducirlo a la Dinandro donde inmediatamente se iniciaron los interrogatorios. En su poder se encontró un USB, un teléfono celular y dinero en efectivo.
Posteriormente, los equipos de cómputo fueron analizados con los programas informáticos ENCASE y FPX, que permiten recuperar todos los archivos de los discos duros incluyendo aquellos que hayan sido borrados. Igualmente permiten recuperar los correos electrónicos que se abrieron en la computadora aunque hayan sido eliminados.
Finalmente, también se pudieron recuperar las contraseñas de aquellos archivos que se hubieran protegido con esta modalidad. Estas herramientas informáticas permitieron a la policía acumular más pruebas en contra de Ariza. El gobierno peruano envió a Chile la información que había obtenido exigiendo investigación. No prosperaron los pedidos.
Víctor Ariza Mendoza vendió directamente a la Fuerza Aérea de Chile documentos importantes de clasificación secreta de la FAP, que compromete la seguridad de la institución y su desarrollo. Es una realidad que los chilenos hoy saben cómo se programó el desarrollo de la FAP para los próximos años. Una terrible lección que habrá que asimilar y volver a empezar. La inteligencia de la FAP tendrá que lavar esa afrenta hecha por uno de sus efectivos. No se conoce si la Comandancia General de la FAP o si el Inspector General lideró una investigación al personal de inteligencia sobre estos hechos para castigar a quienes no hicieron las cosas como está señalado en la doctrina institucional.
Víctor Ariza Mendoza vendió documentos secretos de la FAP, pero no pudo conseguir otros que son más importantes que los sustraídos. La mayoría fueron proyectos de desarrollo que no necesariamente se llevan a cabo porque dependen de la decisión política del gobierno central. Víctor Ariza vendió los buenos deseos de la FAP para desarrollar.
Víctor Ariza Mendoza fue sentenciado por el fuero militar que había reclamado que le correspondía el caso, a la pena de 35 años de cárcel por el delito de traición a la patria en agravio del estado y de la Fuerza Aérea del Perú. Los demás acusados fueron absueltos de la acusación fiscal por no haberse probado su participación ni responsabilidad en los hechos. Víctor Ariza Mendoza actualmente se encuentra recluido en el centro de reclusión militar de Punta Lobos.