En la Catedral de Notre Dame“Lo que se pierde en el fuego es irreparable”

Miles de parisinos y turistas se congregan para ser testigos impotentes de la destrucción del monumento.

Notre Dame es algo mas que admiración y turistas ..Es Europa Entera.

“Son los fundamentos de la historia del país, y de París, los que desaparecen entre las llamas. Es muy duro”, decía Cyril, un parisino treintañero con los ojos enrojecidos, emocionado ante la imagen devastadora de las llamas que desde finales de la tarde del lunes devoraban la catedral situada en pleno corazón de la Ciudad de la Luz, de la que es uno de sus principales símbolos.

Notre Dame empezada a construir en 1163, cuando la plena Edad Media estaba configurando el concepto de lo europeo, oficialmente se supone que se terminó de construir a mediados del XIV, doscientos años de intensos trabajos que dieron lugar a uno de los edificios más hermosos del mundo. Pero Notre Dame no se quedó ahí: fue una compleja obra de ingeniería que posibilitó la increíble estilización de la arquitectura, fue alarde de maestros vidrieros que, especialmente a través de sus grandes rosetones, los más grandes que se conocen, supieron trasladar la imaginada luz celestial a la tierra, fue espacio para el rezo personal y para la glorificación de Dios y de algunos hombres, como Napoleón Bonaparte, que fue coronado aquí emperador en 1804.

El incendio comenzó alrededor de las 18.50 de la tarde, cuando el centro de París rebosaba con los miles de turistas llegados con el comienzo de la Semana Santa La fiscalía de Paris ha abierto una investigación para identificar el origen de un incendio que por el momento parece ser accidental. Las primeras hipótesis avanzadas apuntan a que tuvo su origen en las obras de restauración que se llevaban a cabo en el histórico edificio.

“Una misión especial ha sido encargada de intentar recuperar todas las obras de arte que se puedan salvar”, explicó Emmanuel Grégoire, alcalde adjunto de París, en la emisora BFM TV. La caída de la noche aplacó los ánimos, pero no despejó mucho los alrededores de la catedral en una ciudad atónita ante la pérdida de uno de sus referentes, que seguía desprendiendo un humo visible en buena parte de la capital.

Hasta el mandatario francés Emmanuel Macrón quiso acercarse,  canceló el discurso clave que tenía previsto pronunciar en máxima hora de audiencia con medidas para aplacar la ira de los chalecos amarillos, se desplazó hasta el Cité, la isla donde se erige la emblemática iglesia, mientras dijo compartir “la emoción de toda la nación” ante la catástrofe. Líderes políticos de todo el mundo, desde Donald Trump (que propuso en un tuit el empleo de hidroaviones para combatir las llamas) hasta el presidente del Gobierno español Pedro Sanchez y la canciller alemana  Angela Merkel, también manifestaron su consternación.

 

 

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