Brexit: El sueño roto de la nostalgia imperial inglesa.
Boris Johnson, Michael Gove o Nigel Farage –los políticos que hicieron una feroz campaña por el Brexit– se negaron a asumir la responsabilidad, la que terminó cayendo en Theresa May, una conservadora que había sido ministra del Interior.
May se convirtió en una de las ‘brexiters’ más encendidas. Se dedicó a repetir que era mejor salir de la UE sin acuerdo que con un mal acuerdo. Notificó la salida a Bruselas –el centro de poder europeo– abriendo un proceso de negociación de dos años sin haber previsto plan alguno, sin saber qué relación quería con el club ni si contaba con apoyos suficientes.
La Comisión Europea, una máquina burocrática muy bien engrasada y con una experiencia negociadora formidable, impuso desde el primer día las condiciones de la salida. No fue una negociación, fue un dictado. No hubo partido, los funcionarios europeos arrasaron a los británicos, que parecieron ‘amateurs’. Bruselas impuso fechas, modalidades y hasta el lugar de las reuniones: la capital belga.
El equipo del negociador europeo Michel Barnier decidió dividir la negociación en dos. Primero se hablaría del divorcio y solo después de haberse consumado se trataría, en un período transitorio, de la futura relación. Londres tuvo que aceptar. El Gobierno Británico estableció la fecha de salida: sería el 29 de marzo del 2019.
Bruselas impuso sus prioridades: factura de salida de casi 50.000 millones de euros, respeto escrupuloso de los derechos de más de tres millones de europeos residentes en el Reino Unido y prohibición de levantar una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte para no poner en riesgo los acuerdos de paz que acabaron con el terrorismo norirlandés. May tuvo que tragar el acuerdo y lo firmó a finales del año pasado, pero desde entonces fracasó tres veces al intentar que fuera aprobado por su Parlamento. Bruselas decidió que el acuerdo no se tocaba y que Londres podía pedir una prórroga de la fecha de salida, romper el proceso y anular el Brexit, o salir del bloque sin acuerdos, un salto al precipicio en términos económicos y políticos.
El Gobierno Británico sin conceso, sin más, tuvo que solictar una prórroga, su salida de la UE pautada para el 29 de Marzo ha sido movida para el 22 de Mayo, y este miércoles ha sido movida para el 31 de Octubre , noche de Halloween.
Bruselas volvió a imponer condiciones:el Reino Unido tendrá que participar en las elecciones europeas de finales de mayo y se compromete a no incordiar el normal funcionamiento de la UE. El próximo 23 de junio se cumplirán tres años del referéndum y el Reino Unido seguirá siendo miembro de la UE.
Ni Londres sabe cómo salir sin romperse los dientes, y en Europa nadie quiere asumir la responsabilidad de acabar con la agonía y desconectar al paciente inglés. Bruselas repite que nunca provocará la ruptura y que su estallido es responsabilidad de Londres. Esa ruptura brutal puede provocar daños económicos que el Reino Unido no ha visto en décadas y envenenar sus relaciones con el bloque europeo durante generaciones.
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