El G20 se une contra el cambio climático frente al rechazo de Trump.

En la reunión del Grupo de los 20 (G20) en Buenos Aires: todos, salvo Trump, afirman que el acuerdo de Paris contra el cambio climático es "irreversible". El presidente de Estados Unidos aceptó firmar el texto, con la condición de que especificara que su país "reitera la decisión de retirarse del acuerdo de Paris.

El año pasado G-20 fue capaz de emitir un comunicado final vago y exento de nuevas ideas o proyectos de importancia. Al menos se llenaron diez folios. Este fin de semana, en Buenos Aires, la reunión ha generado un texto de cuatro folios que impresiona por su vacuidad. En ese sentido, puede hablarse de fracaso.

"El sistema multilateral está en crisis", expresó Emmanuel Macron presidente de Francia.

Trump se comporta de forma apática, dejando claro que no le interesa las negociaciones.  El lobby previo a la cumbre del G-20 arrojó una impresión para los negociadores de que el conceso entre los líderes era mínimo.  De existir algún mejoramiento al respecto sería por entrevista directa entre los líderes, cosa difícil de conseguir cuando el líder de la mayor potencia mundial no acepta participar en una sesión “cara a cara”; una hora en la que, sin delegaciones ni agenda, los participantes se congregan en una sala para dialogar, en común o por grupos. Trump evitó la sesión celebrada en la llamada Saladel Mandala. Si hacía falta una señal clara de que no le interesan las negociaciones a múltiples bandas, fue esa.

Macron en lo que se refiere al tema del calentamiento global logró levantarse como alternativa a Trump. Hasta cierto punto, lo consiguió. China se puso de su lado, con un mayor o menor grado de cinismo. Incluso Turquía se mantuvo dentro del Acuerdo de París, impulsado por el expresidente Francois Hollande y concretado por el propio Macron en una cumbre celebrada hace un año en París, sin la presencia de Trump. "Hagamos el mundo grande otra vez", proclamó entonces Macron a través de las redes sociales, parodiando el lema electoral de Trump: "Hagamos América grande otra vez".

El presidente francés aisló a Trump. Su victoria, sin embargo, fue amarga. Mientras se cerraba la cumbre de Buenos Aires, ardía Paris. Y los terribles disturbios se debían, en buena parte, a la aplicación de las políticas exigidas por los acuerdos para combatir el calentamiento global. Macron es percibido por muchos franceses como arrogante, tecnocrático y elitista, y las protestas en las calles se fundamentan en ese rechazo. Pero el detonante de los disturbios de este sábado fue el alza de los precios del gasóleo, que perjudica a la población suburbana y rural. El gasóleo es un combustible muy contaminante. Por otro lado, resulta difícil explicar a los millones de franceses que necesitan el automóvil para desplazarse, lejos del medio urbano y de los transportes colectivos, que les corresponde a ellos, el sector más empobrecido de la sociedad, cargar con la factura de las políticas ecológicas.

Frente al aislamiento de Trump, la discutible victoria de Macron, la sonrisa irónica de Vladimir Putin y el alivio del anfitrión, el presidente argentino Mauricio Macri, por haber conseguido al menos que todos firmaran un comunicado conjunto, destacó la potencia de China. XI Jinping fue el interlocutor al que todos buscaron.

El año pasado G-20 fue capáz de emitir un comunicado final vago y exento de nuevas ideas o proyectos de importancia. Al menos se llenaron diez folios. Este fin de semana, en Buenos Aires, la reunión ha generado un texto de cuatro folios que impresiona por su vacuidad. En ese sentido, puede hablarse de fracaso.

 

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